**Fuente: RFEG.-
Ana Peláez está preparada para afrontar los meses más importantes de su carrera como deportista. Esta campeona de Europa con España y licenciada en Finanzas y Cadena de Suministros por la Universidad de Carolina del Sur, amén de una de las golfistas más relevantes de nuestro país en los últimos años, encara sus últimas semanas como amateur desplegando un magnífico juego -recordar que fue tercera en el Open de España el pasado mes de noviembre- y una ambición sin límites
“¿Por qué no voy a poder jugar la Solheim Cup de 2023?”, se pregunta. Ojalá veamos a Ana Peláez en el recorrido malagueño de Finca Cortesín en un par de años. Mientras toma forma su sueño, aquí os la presentamos.
Acabaste 2020 siendo tercera en el Andalucía Costa del Sol Open de España, lo que te convirtió en la mejor amateur española en la historia del torneo.
Impresionante. Me encanta recordarlo cada vez que puedo porque ha sido cuando me he dado cuenta de que el trabajo de cada semana tiene sentido. Todo lo tuve que poner en práctica, empezando por los golpes bajo presión ante jugadoras de altísimo nivel como Azahara (Muñoz). Cuando entrenas tratas de simular situaciones de presión, y cuando por fin te ves en una de ellas ves que es diferente, pero a la vez igual, porque tienes que poner en práctica lo que tantas veces has trabajado. Siempre he querido hacer historia como amateur, y creo que con ese tercer puesto lo he conseguido.
Jugaste la última jornada con Azahara. ¿Cómo fue la experiencia?
La conocía muy poco, la verdad. Coincidí con ella en Alemania en 2015, cuando jugó la Solheim y yo la Solheim Junior. Fue súper simpática, se acercó mucho a nosotras para ver si necesitábamos algo y se portó genial. Coincidir con ella en el Open fue fantástico porque me gusta aprender de ella.
La lástima es que jugando por el título en vuestra tierra no pudieseis sentir el aliento de vuestro público…
Sí, me dio mucha pena, pero son las circunstancias que hay. Yo particularmente tuve la suerte de que jugadoras que no usaron las invitaciones para familiares me las pasasen, de manera que pude traer más gente de mi familia al torneo. Fue una lástima, claro, pero las personas más importantes para mí pudieron estar ahí. Me quedo con eso.
En 2020 también ganaste un torneo del Santander Tour, de categoría profesional. ¿Podemos decir que llegas muy preparada a este salto tan importante en tu carrera?
A día de hoy siento que golfísticamente en 2020 mejoré muchísimo, lo que no deja de ser irónico por el parón que hemos vivido. He mejorado mucho en el aspecto mental y en la forma de trabajar y de preparar cada torneo.
Ahora que llega a su fin tu carrera amateur, hagamos balance. ¿Qué queda de la niña de seis años que comenzó a jugar en Guadalmina?
Pues queda la esencia. Durante toda mi carrera hasta hoy he tenido que hacer los cambios necesarios para poder acceder a este mundo al que quiero pertenecer. De pequeña me cabreaba muchísimo, no controlaba bien mi genio, si no ganaba tenía mal perder hacia mí misma, no con los demás, me machacaba un montón. Y durante todos estos años, gracias a mi entrenador, Sergio de Céspedes, y a Óscar del Río (psicólogo de la Escuela Nacional Blume), he sido capaz de canalizarlo y convertirlo en energía positiva.
Eres de las pocas golfistas que lo has vivido todo: Blume, Equipos Nacionales, Estados Unidos... ¿Crees que has ido dando siempre los pasos correctos?
Tengo una familia que siempre me ha dado buenas pautas y me ha ayudado a tomar la vida tal y como viene, sin forzar nada ni apresurarme. Y he tenido a mi entrenador, que aunque viese potencial en mí, siempre ha respetado mis deseos de ir a Madrid y luego a Estados Unidos. Creo que si no hubiese acumulado todas las vivencias que he tenido en la Blume y en USA, no estaría aquí ahora mismo.
¿Cuál ha sido tu mejor momento con los Equipos Nacionales?
He tenido experiencias demasiado buenas. Estoy segura que cuando sea profesional va a ser algo que voy a echar muchísimo de menos, por todo lo que lo rodea: la semana de concentración con el equipo, elegir la canción del torneo, representar a tu país... Tengo muchísimos recuerdos, y si me tengo que quedar con uno, ese es el Europeo Sub 18 2015 de República Checa, que ganamos.
¿Por algo en especial?
Hubo un momento de la final en el que estaba yo con Nacho Gervás (Director Deportivo de la RFEG) y escuchamos un gran murmullo de otro partido. Como las italianas llevaban muchos familiares pensamos que habrían ganado ellas. Y de repente aparece María Herráez de la nada gritando con una bandera de España. Ahí supimos que habíamos ganado. Fue increíble, todos llorando, abrazándonos… Fue épico.
¿Eres consciente de lo privilegiada que ha sido esta etapa amateur, sin restar un ápice de mérito a tu trabajo, claro?
Sí, sí. Siempre me he sentido muy privilegiada, eso por supuesto. Me ha gustado sentir que nunca me han regalado nada en la Federación por mi trayectoria anterior, siempre ha habido que lucharlo, y si estaba ahí es porque me lo había ganado. Así tiene que ser.
Supongo que de estas vivencias guardas un buen puñado de amigas...
Y tanto. Es que mis mejores amigas las he hecho en el golf. Nadie puede entender mejor mi mundo que alguien que lo ha vivido. El mundo del alto rendimiento es muy complicado de entender, y tener amigas que lo entiendan y lo apoyen es estupendo.
En el golf amateur de alto nivel también hay bajones y épocas en las que no te salen las cosas
Por supuesto. Lo bonito es lo que se ve cuando estás arriba, pero lo que hay detrás, es duro. A mí el golf me gusta muchísimo, y me levanto a las seis de la mañana feliz pensando que voy a ser mejor, pero cuando emocionalmente no estás bien o echas de menos la familia y tienes que seguir machacándote… es muy difícil. No obstante, el trabajo, al final, siempre tiene su recompensa. Ya sea ganando un trofeo o visitando lugares y teniendo experiencias. Hay dolor, sufrimiento y sacrificio, sí, pero tiene su recompensa.
Con el profesionalismo en mente, ¿en qué estás trabajando más ahora?
En el físico. Hay que trabajar muchísimo en el gimnasio porque va a ser lo que me lleve a ganar esos quince metros que me ayuden. Si adquiero algo más de velocidad y potencias, se reflejará pegando palos más cortos a bandera, y eso ayuda siempre.
Un sueño: ¿Te imaginas estar en esa Solheim Cup 2023 en casa o es demasiado pronto?
Sinceramente no descarto jugar la Solheim, está en mis planes. Así lo digo. Si la situación sanitaria lo permite y me van bien las cosas, espero conseguir la tarjeta del LPGA y poder jugar torneos suficientes como para situarme ahí arriba. Sé que hay muchísimas jugadoras europeas buenísimas, pero tengo confianza en que si trabajo igual puedo estar ahí arriba. Y ganando algún torneo, como Jon Rahm. ¿Complicado? Claro. Pero es una realidad que acepto y trabajo a diario para acercarme.
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